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Ruta Quico Sabaté, el documental

25 enero, 2021

Francesc Sabaté i Llopart, conegut com «En Quico«, va ser assassinat a Sant Celoni el 5 de gener de 1960 quan es disposava a arribar a Barcelona juntament amb quatre companys maquis que van morir en un tiroteig al Mas Clarà (Girona).

Aquesta ruta cicloturista volia unir els diversos masos on se sap que van fer nit des de la seva sortida des de Costoja, el primer poble després de la frontera amb França, on vivia a l’exili i des d’on planificava les seves accions en terreny català amagant-se a través de les muntanyes.

La ruta QUICO SABATÉ sui generis, a KOMOOT:

Més informació:

El CX internacional de Les Franqueses, Vic y Manlleu en 30 imágenes

4 noviembre, 2019

Este pasado puente, los días 1, 2 y 3 de noviembre, la cada vez más exitosa Copa Catalana de CX (ciclocross) juntó en tres días de competición consecutivos tres pruebas de categoría internacional UCI C2 que ya la pasada campaña tuvieron tal distinción. De esta forma, favorecían la presencia de especialistas de cualquier procedencia en busca de valiosos puntos que luego son de utilidad en los ránkings mundiales, parrillas de salida de otras pruebas internacionales, clasificaciones para Mundiales, etc.

Así pues, Les Franqueses del Vallès (Vallès Oriental), Manlleu y Vic (Osona) vivieron tres días de bonita competición que pude disfrutar, mayormente cumpliendo mi cometido en la comunicación de la Federació Catalana de Ciclisme. Y no puedo negar que en lo que puse más empeño fue en jugar con la fotografía. Es un mundo al que tengo bastante respeto y no hago alarde de ello por intrusismo laboral: me encantaría contar con un presupuesto para pagar por las fotografías de alguien tan talentoso y apasionado del ciclocross como puede ser mi tocayo Brazo de Hierro, por ejemplo, que también estuvo los tres días en carrera, y poder centrarme en cumplir con las redes y especialmente en entrevistas y buscar historias para contar. Pero, en el proceso, voy aprendiendo a sacar partido a una cámara de segunda mano con un resultado que también me permite contar varias cosas de estos días.

Si es que os mola, voy recopilando algunas de las fotos en una cuenta de Instagram que he abierto, a la que he llamado no sé si con mucho acierto Pedals d’aquí (minipunto para el que encuentre el juego de palabras) y que os invito a seguir.

Felipe-Orts-esquenes-CX-Manlleu-2019

Felipe Orts ha sido el gran nombre del gran fin de semana, demostrando por qué está actualmente en el top15 del ránking mundial. Aquí, ante la atenta mirada del público Manlleu.

Lucia-Gonzalez-Alain-Suarez

Lo mismo se puede decir de Lucía González. En Les Franqueses del Vallès, como en cada meta, su compañero de equipo en Nesta-Skoda Alecar, el júnior Alain Suárez, inmortalizaba el momento

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El barro llegó al tercer día con la lluvia en Vic, y con ello el poder comprovar de primera mano lo determinante que pueden ser esas condiciones para decidir la carrera: cada ciclista era una trazada distinta, cada vuelta una estrategia distinta para afrontar las dificultades según la destreza técnica de cada uno.

Arnau-Fonollosa-CX-Les-Franqueses-2019

Varios han sido los jóvenes ciclistas catalanes que han aprovechado el atractivo de las pruebas UCI para probar suerte en el CX. En la imagen, Arnau Fonollosa, que tras un buen debut sub23 en Team Compak ha firmado el salto a Caja Rural-Seguros RGA amateur para la temporada 2020.

Dieter-Vanthourenhout-CX-Manlleu-2019

El veterano belga Dieter Vanthourenhout ha sido uno de los grandes nombres del fin de semana, destacando su segundo puesto tras un gran duelo con Orts en Vic. En la foto, en Manlleu.

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La también veterana belga Joyce Vanderbeken ha sido, por su lado, la principal rival de la asturiana Lucía González, que sin embargo ha demostrado su salto de calidad esta campaña de ciclocross certificando un enorme triplete ante las que dominaron el año pasado.

Aida-Nuño-CX-Manlleu-2019

Vestida con el maillot de campeona de España, una Aida Nuño que defendía el doblete de Manlleu y Vic de la pasada temporada supo rehacerse de una prueba accidentada en Les Franqueses para subir al podio en las dos citas por Osona.

Isaac-Simon-CX-Vic-2019

Albert-Poblet-Jofre-Cullell-CX-Manlleu-2019

Corrían en casa, entre otros, Isaac Simón, vigente campeón de la Copa Catalana, el actual líder de la misma Albert Poblet, ‘Beto’ (verdadero héroe local en Vic) y el vigente campeón catalán y subcampeón estatal sub23 Jofre Cullell, que estuvieron apretando los dientes para estar en la pomada ante una parrilla de nivel internacional.

Jofre-Cullell-CX-Vic-2019

…y tras dos días muy accidentados (en su debut en la temporada de ciclocross), Cullell pudo demostrar de lo que es capaz con una gran actuación en Vic, repitiendo su triunfo sub23 del año pasado con el 6º puesto absoluto, mejor posición catalana del tríptico.

 

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Antes de Cullell, el vasco Xabier Murias (Les Franqueses) y el gallego Iván Feijoo (Manlleu) se habían llevado las victorias sub23. Los tres, generación de nacidos en 1999. Sabia nueva que ha apretado fuerte estos días.

Veerle-Clairen-CX-Vic-2019

Jordina-Muntadas-CX-Manlleu-2019

Veerle Cleiren y Jordina Muntadas, los dos nombres habituales en la Copa Catalana de CX, tampoco faltaron en las tres citas, que Muntadas cerró con dos top10.

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La lucha por el top10 no solamente lo decidían las piernas. En el caso de Les Franqueses del Vallès, el equilibrio y la técnica tomaban también un papel crucial.

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Las dificultades también se vivieron en el barro de Vic, provocando especiales imprevistos con la lluvia torrencial a media carrera júnior… lo cual no evitó que el euskaldun Aitzol Sasieta se hiciera con la victoria tras levantarse varias veces.

 

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El belga Sean De Bie, profesional de carretera sin contrato para 2020, está volviendo al ciclocross siete años después. Durante este tiempo, ha corrido cuatro años en Lotto-Soudal, uno en Veranda’s Willems y esta última temporada en el Roompot-Charles holandés, los dos de segunda categoría. No es casualidad su experiencia en la modalidad: su tío Danny De Bie fue campeón del mundo en 1989.

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Otro maillot de equipo Continental Profesional que se pudo ver en las campas catalanas fue el del jovencísimo Carlos Canal, sorprendente nuevo fichaje del equipo Burgos-BH tras una enorme trayectoria júnior… eso sí, en las modalidades off-road.

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Concretamente 27 años menos que el protagonista de la anterior foto tiene Tomi Misser: esta leyenda de la bicicleta de montaña, especialmente en el mundo del descenso donde fue un pionero en los años 90, viene este año de lograr el doblete de XCO y DH en el Mundial de Máster 45 y mantiene el fuelle para anotarse un top10 en una prueba internacional de ciclocross con nada menos que 45 años.

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Pocas imágenes definen mejor el ciclocross que la de la bicicleta al hombro. Y también la de los aficionados (y fotógrafos) esperándote arriba.

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En Vic corrían en casa los numerosos jóvenes salidos de la escuela del ex profesional Josep Jufré (Jufré Vic-ETB, en colaboración con el club de natación), que cuentan con un circuito muy guapo y con mucha presencia en las categorías inferiores de la bicicleta de montaña catalana. Algunos de sus cadetes corrían sus primeras carreras con los júniors, y tocó sufrir, a la par que apuntar maneras.

 

 

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Con tanto barro, incluso los mejores no pueden evitar algún susto: lo muestra el enganchón del ganador final, pero también se puede ver la técnica del citado Misser… y la clase de un Kevin Suárez (2º en Manlleu, 4º en Les Franqueses y Vic) que a la sombra de su compañero de generación Orts se está consolidando como un ciclocrossman capaz de competir de tú a tú en cualquier escenario.

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Los grandes nombres, muchos de los cuales podremos ver en acción en directo por TV en Copas del Mundo, centraban el interés de estos días, pero no hay que olvidar quien sustenta calendarios como los de esta Copa Catalana de CX que cuenta este año con nada menos que quince pruebas: los apasionados que no fallan cada fin de semana, y que en esta ocasión han podido correr -y sufrir- en la misma carreras que algunos profesionales de este deporte.

 

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Seguramente nadie encarne mejor esta pasión que los másters: con siempre numerosísima participación, acostumbrados a correr a primera hora de la mañana, estos tres días tenían programada su carrera a las 14h para asegurar lleno en el circuito durante la disputa de la carrera élite una hora antes. En las imágenes, el líder de la Copa Catalana máster 60 Antonio Muñiz y su compañero de categoría Toni Serra, organizador de Les Franqueses compitiendo en su propia carrera antes de proceder al desmontaje del circuito.

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Y no hace falta decir que cuando realmente brilla el ciclocross es cuando hay público: los circuitos permiten ver la carrera muchos pasos y desde distintos puntos, disfrutando de la habilidad de los protagonistas e incluso aprendiendo las técnicas para ponerlas luego a prueba. ¡No dudéis en acercaros si tenéis oportunidad!

…y, como post data, mi foto favorita de Felipe Orts de estos días: no sé si es la foto en sí, sus colores, o la satisfacción de haber aprendido que una foto que creía que era una oportunidad perdida, hecha sin flash en un momento nublado, puede acabar siendo algo muy potente con su correcta edición.

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Mi mes en Bélgica

23 marzo, 2018

Estoy cenando con Ine, la madre de la familia que lleva la granja de Boskanter, un proyecto educacional (y para ellos, un modo de vida) camino de la vida sostenible y autosuficiente en las afueras de Brakel (justo el punto medio entre Geraardsbergen y Oudenaarde, ¿os suenan?). Allí estoy viviendo dos semanas.

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– Hay todo este negocio alrededor del ciclismo, cada vez más grande. Vienen de muchos sitios, pagan mucho dinero, hacen rutas por aquí, luego les dan descuentos en no sé qué tiendas. Bueno, no me parece mal. Pero lo cierto es que, en contraste con esa imagen, las infraestructuras para hacer el día a día en bicicleta no están tan bien como deberían.

No puedo evitar la cara de sorpresa. Justo dos días antes había ido desde la granja a visitar el Museo del Tour de Flandes en Oudenaarde en una bicicleta de paseo sin cambios que me dejaron (incluso subí el trayecto a Strava por si pillaba algún tramo del ídem). La mitad del camino, transcurrido por la Nacional 8… con carril bici en las dos direcciones. «Comparado con donde yo vivo, yo lo vivo como un paraíso».

–Ya… pues deberías ir a Holanda.

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***

Estoy en la sala de prensa de la Kuurne-Bruselas-Kuurne (pude llegar gracias a las indicaciones de la busera de la línea que estaba cortada justamente por la carrera, aunque luego el mismo corte me obligara a hacer medio trayecto de vuelta al hostel de Gante haciendo auto-stop por falta de combinaciones). No queda café en la cafetera y no sé a quién preguntar. Me armo de valor a pesar de los 3 grados bajo cero del exterior y el considerable viento y salgo a tomar un café de máquina en un Carrefour Express de trescientos metros más allá.

«Hello». Hello.  Faltan como 70 kilómetros para acabar la carrera, pero ya hay cuatro personas agachadas, mirando el directo en una tablet con la lista de dorsales en la mano. Miran de reojo y siguen comentando la jugada. Uno me mira la acreditación y me musita algo en flamenco. «No, I’m not from here«. Finalmente, el tipo resulta ser un redactor del periódico Het Nieuwsblad (o eso dice), además enamorado de Barcelona. I would like to write about cycling, but…

– ¿Hay algún español corriendo hoy?

Les hablo de Iván Cortina. Que es joven, pero muy apasionado. Que quién sabe hasta dónde llegará, pero por lo menos hará algo en las clásicas por las ganas que tiene. Asienten interesados. Ey, ¡te has olvidado de Ventoso! ¿De dónde es?. «Creo que es madrileño» (caí en dónde vive sin recordar que es cántabro). Uuuuh, no, no, de Madrid no nos gusta, ¿verdad?, ríen cómplices. Algo entendieron cuando fueron de vacaciones en busca de playa barcelonesa. Aunque también puede ser porque no paran de preguntar si sé que Puigdemont vive aquí al lado.

– Aquí echamos mucho de menos a Boonen.

«¿Y Van Avermaet, con todo lo que ha ganado? ¿O Vanmarcke, que vi que incluso tenía un libro?». Sí, pero…. son muy aburridos. Hablando de ciclistas aburridos, el del mostrador insiste en que Chris Froome ha venido a preguntar por el lavabo vestido de calle a media mañana. Lo cierto es que el bus de Sky está aparcado justo delante. Comentamos la irrelevante aunque curiosa posibilidad de que esté el británico esté de paso en un fin de semana de clásicas -que posteriormente compartí en Twitter con nula repercusión- y vuelvo al tajo. Finalmente, por eso, nos volvemos a cruzar con la panda tras la llegada. ¡Hemos visto a Cortina, tirando del grupo! Le seguiremos a partir de ahora. Pues muy bien, algo hemos aprendido todos.

***

Estoy perdido en la tercera planta del Ayuntamiento de Maldegem, pueblo de poco más de 20.000 habitantes en el Flandes Oriental donde aquel miércoles se disputa una carrera de ciclocross UCI de categoría C2, la más baja entre las profesionales. En la puerta, un cartel rezaba «Inschrijving» y deducí lo que había. Bajo las escaleras y entro en una sala junto a Javier Ruiz de Larrinaga, con quien después grabaríamos un vídeo que bien sirvió a su servicio de prensa. Él recoge su dorsal de la mano de los árbitros y a mí me indican en qué sala recoger finalmente la acreditación que acordé por mail con Nico. Me hizo muchas preguntas que no entendí, pero al ver la relativa dimensión de la carrera local de la que luego redactamos digitales imaginándonos Zeus sabe qué, comprendí que le pareciera raro que alguien de 1.000 kilómetros más allá quisiera ir.

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Sin embargo, el hecho es que las entradas al circuito, en el que parece el parque principal del pueblo, valen nada menos que 12€. Y no hay ni Van Aert ni Van der Poel (hace justo tres días del Mundial), pero vaya si se va llenando aquello. Gente de todas las edades. Vuelan los frankfurts y las cervezas. Hay varias pantallas gigantes repartidas. Pues quizás sí que es esto algo con impacto. Solo hace falta pasear por cualquier rincón de Flandes y fijarte en los carteles. Bpost, Beobank, Crelan, ERA… Los patrocinadores de los equipos, son los principales bancos e inmobiliarias. La cara de Sven Nys se te aparece desde en carteles de obras como en paquetes de pasta precocinada. Me quedo con ganas de ver una Copa del Mundo, un Superprestige o un tinglado de estos más grandes.

Se lo recuerdo a los compañeros de café de máquina en el Carrefour Express de Kuurne, que me urgen a volver («debes venir por De Ronde, entonces sí que todo el mundo sale a a la calle») si ya me he sorprendido de lo que he visto.

– Ah, sí. Es que aquí el ciclocross es un negocio. Es como otro deporte.

***

Una de las últimas tardes, volvemos con Ine de Ronse, donde ella hace algunos talleres en un huerto urbano. Me guardo para mí mi sorpresa al darme cuenta que una ciudad tan pequeña ha protagonizado nada menos que dos Mundiales de ciclismo, además dos de los más polémicos de la historia. Hemos ido a buscar a su hijo al colegio y finalmente el ciclismo aparece sin querer: pasamos por delante de la base que Katusha tiene en las mismas afueras de Brakel. ¿Y la gente sigue las carreras de aquí? ¿Qué les encuentras de especial?

– Sí, hay todo un misticismo alrededor de ellas. Hay gente que te podría recitar los muros de la última carrera sin haber estado nunca aquí. ¡Oh, el Eikenberg, el Bosberg…!

– ¿De verdad lo conocen? Me parece una locura.

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Lachlan Morton: “Si quieres cargarte la carrera de un chaval, dile que puede ganar el Tour a los 18 años”

26 febrero, 2018

Esta entrada sigue la senda empezada por la entrevista a Kathryn Bertine: un contenido que te ha interesado mucho hacer, parece que vas a poder venderlo en algún lado y, al final, pasado casi un año ves que está empezando a caducar. Así que aquí tenéis en abierto para no perder una entrevista a un corredor cuya personalidad en su día me fascinó (de hecho, protagonizó uno de los primeros artículos de este blog. Quizás al compartir quinta haces paralelismos y te identificas… qué se yo).

Lachlan Morton

Foto: Scott Mitchell (@modcyclingphoto)

Es un domingo de finales de marzo, vigilia de la Volta a Catalunya, en uno de eses hoteles de Calella de la Costa que, fuera de temporada, se reabren solamente para la carrera. Despeinado, aparece Lachlan Morton (Port Macquaire, Australia, 1992) al abrirse la puerta del ascensor y repasa con la vista el hall, alimentando su gesto despistado mientras juega con una botella de agua de litro medio vacía. Al reconocer el gesto, se acerca y sonríe: “Hey mate, nice to meet you”. El australiano está a punto de competir en una carrera WorldTour casi dos años y medio después del año en el que decidió, a los 22 años, dejar el máximo nivel, al que llegó siendo considerado la mayor promesa australiana para las carreras por etapas. “Todo se convirtió en una mierda. Ya no disfrutaba la competición”, resume.

Morton, en unas expresiones chocantes, habla de sí mismo y de su situación de cuando debutaba en profesionales en expresiones de pasado lejano, y eso que tiene ahora solamente 25 años. Parece, ciertamente, como si hablara desde su segunda carrera de una vida pasada. Entre medias, tres viajes convertidos en documental bajo el proyecto Thereabouts, donde ha podido hacer también un viaje interior, potenciar los lazos con su hermano, compartir otras historias personales a través del ciclismo y empezar a descubrir nuevos países. El último, Colombia. “Y si pudiera dar la vuelta al mundo con este proyecto, sería fantástico”, cierra.

Empezaste a competir en el proyecto Real Aussie Kids, que por lo que vi estaba dirigido por tu padre…

Sí, nació cuando eso mi hermano y yo éramos júniors en Australia. En ese momento, si eras un corredor australiano joven, la única opción que tenías para convertirte en profesional era a través del AIS, el programa olímpico. Eso hacía que muchos se quedaran por el camino. Cinco o seis chicos de cada generación pasaban el corte, pero había mucho talento que se perdía. Muchos corredores eran lo suficientemente buenos, pero no tenían la oportunidad. Ese programa quería dar oportunidad a los jóvenes de coger experiencia en competición. Recuerdo hacer un viaje a América de unas seis semanas, cada año. Íbamos a competir un poco por Colorado, y era maravilloso. Eran unos tiempos increíbles, lo flipábamos.

El programa australiano seguramente estaba más centrado en la pista, ¿verdad?

Sí, pero la cosa ha cambiado mucho desde entonces. Ahora hay muchos equipos y ves muchos de los corredores que solamente corrieron en el Jayco-AIS y ahora son profesionales, pero por aquel entonces, básicamente estaban los cuatro de la cuarteta de persecución que pasaban a profesional. Ahora, creo que en la mayoría de los casos, si tienes talento, acabas siendo reconocido y tienes una oportunidad. Tienes varios caminos. En aquel entonces, o estabas seleccionado para el Mundial y te ibas a correr fuera, adaptándote a todo, o no había mucho.

¿Port Macquaire es un sitio con mucho ambiente ciclista?

Es extraño porque, generalmente, en la zona donde vivo no se puede decir que el ciclismo sea muy importante, pero concretamente en la ciudad en que crecí sí había mucho ambiente. El primer entrenador que tuve había sido olímpico, había varios chicos corriendo ligados a un club. Cuando empecé, fui a varias salidas y había centenares de personas. Había un montón. Así pues, cuando fui al Instituto, siempre tenía gente con quien salir. Crecí en un ambiente muy ciclista, y podríamos decir que toda mi familia iba en bicicleta, no tengo esa historia heroica de empezar a dar pedales por mi cuenta.

Adam Hansen nos decía en una entrevista en VOLATA que, en su opinión, como australiano, no tienes una cultura propia tan arraigada, por lo menos comparado con Europa. Que hay una visión como más global.

Yo creo que, lo que pasa con los australianos, es que si has viajado has tenido que hacer un camino muy largo. Excepto a Nueva Zelanda, si quieres ir a Estados Unidos o a Europa, lo que sea, tienes que irte muy lejos de casa, y todo parece más nuevo. A causa de ello, creo que tienes que ser más abierto a la cultura de otros. Sin embargo, realmente estoy muy orgulloso de donde soy y me veo volviendo aquí al acabar mi carrera. Pero, especialmente pensando en el mundo del ciclismo, si vas a Europa o Estados Unidos para competir, tiene que ser un all-in. Si te vas es para no volver a casa en seis meses, realmente tienes que currártelo. En ese sentido, sí que nos obliga a ser más abiertos a nuevas culturas.

Empezaste a lograr resultados importantes en júniors. ¿Recuerdas el momento en qué tomaste conciencia que tu pasión se podría convertir en un trabajo?

Realmente, cuando empecé con la bicicleta, no tenía el ciclismo profesional como una meta. Y tampoco era una gran cosa para mí. En Australia, quizás de pequeño igual te fijas en jugadores de rugby. El gusanillo no me vino hasta fuimos a ver el Tour de Francia, estando en unas vacaciones en Francia, en 2003. Recuerdo decirle a mi madre: “ésto es lo que quiero hacer”. Pero en ese momento, cuando eres joven, no eres plenamente consciente de todo lo que comporta. Siempre que me preguntaban qué haría de mayor, decía que ser ciclista, pero una cosa es decirlo y otra hacerlo. Te toma un tiempo darte cuenta de todo lo que envuelve la vida del deportista. Pero sí que tengo marcado el salir de Australia, el ir a Estados Unidos cuando tenía 15 o 16 años y ganar carreras. Entonces empiezo a darme cuenta de lo que puedo hacer. Pensé: “Quizás sí que puedo intentarlo en serio…”

A la vez, tu progresión fue muy rápida.

Sí, sí… Yo lo viví como una progresión muy fácil. Siempre había un paso lógico. De ganar en Australia pasé a ganar en Estados Unidos. Luego me cogieron en un equipo de desarrollo. Y entonces, era como… “Tarde o temprano pasaré a profesional”. Siempre lo sentí como algo fácil y seguro, a diferencia de muchos que tienen que sufrir en muchos sentidos para llegar a la élite. Tuve mucha suerte de que me ficharan para el equipo de desarrollo del Garmin cuando tenía 17 años. Todo fue muy estable, pero sí, quizás demasiado rápido. No me di cuenta y ya me estaban pagando por ir en bicicleta.

¿Tu pasión siempre ha venido más por la parte de la vivencia de la bicicleta en si que por la competición? Para entendernos, no te imagino siguiendo los resultados de todas las carreras…

Bueno, tú cuando corres estás viviendo tu propia carrera. No es que te den un cheque para hacer unas cosas en concreto a cambio, también hay momentos en los que haces lo que sientes. También tengo la suerte de que por momentos puedo hacer lo que me apetece fuera de las carreras. Eso no quita que, mientras las hago, no me olvido de que tengo un equipo.

¿Cómo afrontaste tu primera toma de contacto con el ciclismo europeo profesional?

Estaba en mi segundo o tercer año con Chipotle (el filial del Garmin de Jonathan Vaughters) y vivíamos en Francia, en las afueras de Toulouse. Estuve en Europa ese año cuatro o cinco meses, quizás seis. Y la verdad es que no me gustó nada (ríe). Éramos un equipo realmente joven, un montón de jóvenes mayormente americanos juntos, lo cual era divertido, pero ya empecé a sentir aquello como un trabajo, que no lo disfrutaba plenamente. Lo hacía porque lo tenía que hacer, pero me costaba disfrutar de la competición, con esos belgas corriendo como locos en el llano… Eso fue mi primera toma de contacto, y al año siguiente ya estaba con el equipo WorldTour.

¿Cambió mucho todo al dar el salto?

Me mudé a Mallorca. El equipo quería que viviese en Girona, con lo cual yo ya me empeñé en hacer la mía (ríe como autoparodiándose). Uno de los mecánicos americanos del equipo vivía en Mallorca y pensé que podía ser una buena idea ir. Él me ayudó a organizarlo todo. Pero luego, llegó el día, y estaba solo en mi apartamento pensando: “¿qué hago ahora?”. Tienes muchas opciones de aburrirte a parte de entrenar. Además, en la primera semana salí y me golpeó un coche. Me rompí la clavícula. Volví al apartamento, y recuerdo que era un sábado por la noche, yo seguía vistiendo ese maillot sucio, dolorido… Tuve la sensación de no saber qué iba a ser de mí, que tenía que ir al hospital, intentar hacerme entender en español… Fue un mes muy duro, entre la operación y la recuperación. Luego volví a entrenar poco a poco y encontré un buen groove. Empecé a entrenar con un grupo de pistards de allí, donde estaba el campeón mundial de madison (Albert Torres). Allí disfrutaba, pero justo antes de ir a mi primera carrera en Europa, que creo que era Romandía, tuve una caída durísima el día anterior. Igualmente fui a la carrera y no pude acabarla. A partir de ahí, todo fue de bajada. Acabé el Tour de Suiza casi de rodillas, pensando que aquello era una mierda.

En aquel punto del año volví a América y recuerdo decirle a mi padre que lo quería dejar. Me dijo: “tienes que seguir, algo tienes que hacer”. En cualquier caso, volver a Estados Unidos me sentó de maravilla, volví a un ambiente agradable, con mi familia… y conseguí muy buenos resultados al final de aquella temporada (ganó una etapa del Tour of Utah y acabó 5º en el Tour de Colorado, donde fue líder). También lo pasamos muy bien, estando alguna temporada en el apartamento de David Zabriskie. Fue una manera de acabar el año con buena nota. Luego, en el cambio de temporada, tuve algún conflicto con Jonathan Vaughters acerca de mi contrato y se me giró un poco la cabeza. Hice el primer Thereabouts en aquella pretemporada, y cuando me tocó volver a Europa fue un: “ni de coña estaré bien así”. Y aquella temporada fue un desastre. Estaba por primera vez en Girona, y es verdad que disfrutaba de rodar por allí, pero en cuanto a competición, apenas acabé ninguna carrera. Aquello fue el último recuerdo del alto nivel europeo hasta ahora.

¿Te pesó mucho que el hecho de ir a Europa te hiciera perder contacto con cosas muy importantes para ti, como tu hermano?

Sí, pasé de convivir un montón con él a que nos separara medio mundo y verle dos veces al año. Lo mismo con mis padres o la que era mi novia entonces. Cuando estás en esa edad, generalmente como persona no te importa estar solo. Y yo también lo pensaba, pero acabó por quedarme bastante deprimido. En aquel momento no lo sabía ver, pero soy una persona que necesita tener ciertos entornos, y la verdad es que no soy muy bueno manteniendo el contacto con gente a distancia (sonríe).

¿Cómo te salió la idea de arrancar el proyecto Thereabouts, justo al acabar tu primer año de profesional?

Recuerdo acabar el Tour de Suiza y pensar que me gustaría hacer algo al final de temporada que fuera diferente. Ya me sentía algo atrapado de las mismas dinámicas de competición. Se lo comenté a mi hermano, que en aquel momento había dejado la bicicleta por completo. Me dijo que sentía una sensación igual, de necesidad de reencontrarse, y nos dijimos: “¡vayamos simplemente a correr en bici!”. No teníamos una idea muy clara, pero cuando llegué a Australia, cogimos un mapa y nos marcamos ir al Uluru. Una semana después nos pusimos en marcha. Visto en perspectiva, fue algo un poco loco, irnos directos a travesar el desierto, pero fue cojonudo como experiencia.

Pero lo filmásteis muy bien.

Justo dos días antes de salir, Gus (su hermano), que en aquel momento estaba trabajando en televisión, habló con un colega que no tenía trabajo en aquella época y dijo: “quiero venir y hacer algo”. Él es periodista. Y dijimos: “vale”. En aquel momento no pensábamos en hacer un documental, más bien en aprender cómo grabar, pero sí pensábamos que, si queríamos repetir, sería ideal conseguir alguna especie de patrocinio, porque realmente salimos con muy poco dinero. Y así no nos lo tendríamos que pagar. La historia ha ido evolucionando. Recuerdo estar en Girona, que me pasaran un primer corte y ver que realmente había quedado muy bien. Pero no hubo realmente una intención de hacer un producto. Y está siendo realmente muy bonito poder compartir estas experiencias.

Cuando acabaste tu contrato con Garmin y decidiste volver a correr en un equipo Continental, Gus ya no corría (lo dejó en 2010, siendo un importante sub23). Pero una de las condiciones al encontrar equipo era poder correr con él. ¿Le convenciste después del Thereabouts?

Él mismo vio que quería volver a correr. Yo estaba en un momento en el que, para mí, estaba en parar mi carrera de golpe y empezar la Universidad o así, o probar de conseguir que la competición volviera a ser algo que pudiera disfrutar, por lo menos una temporada. Y luego ver si, después de otro año entorno, había valido la pena o no. Si no, ya sí que lo dejaba. Y él también se encontraba en un momento en que no se veía 10 años siguiendo la carrera profesional que estaba siguiendo, y estaba preparado para volver a afrontar el reto. Sentía que tenía una cuenta pendiente con el mundo del ciclismo. Hacer aquel año juntos parecía ideal. Entonces, se trataba de encajar las piezas. Si donde más había disfrutado corriendo era en Estados Unidos y nuestros padres estaban viviendo allí, vimos que lo ideal era encontrar un equipo americano. Se lo dije a un mánager, y aunque lo veía extraño, dijo: “vamos a por ello”. Jelly Belly pareció ser el único equipo que lo cumplía todo, y allí nos fuimos.

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¿Qué ambiciones había en tu cabeza? Se habló mucho de tus resultados, de que eras una gran promesa para las grandes vueltas… no sé si te afectó esa presión al empezar, o cómo la vivías al empezar a competir en profesionales.

Creo que hay todo un tema alrededor de eso, y es que especialmente la prensa en Estados Unidos tiene tendencia a inflar a los corredores desde muy, muy jóvenes. Los chicos logran resultados, y si continúan con ellos, no tardan ni un minuto en verlos como el nuevo Greg LeMond o el nuevo Lance Armstrong. Lo hacen todo el tiempo. Y el problema de esto es que tú estás dando un rendimiento máximo, pero cuando bajas un poco de ello ya no estás cumpliendo con las expectativas. Y es muy difícil desligarte de eso. Para mí, el problema más gordo es que, cuando te dicen que vas a ser un aspirante a grandes vueltas, en tu cabeza ya te estás convenciendo de que eres capaz de ello. Pero no lo eres todavía. Hay un talento, pero puedo asegurarte que hay mucha gente con talento. Vas a tus primeras carreras, sufres desde el principio y ya estás pensando que no debería ser tan duro. Y piensas: “¿en realidad, qué pasa si soy solamente un corredor, no un ganador del Tour? ¿Sería mi carrera un fracaso?”. Visto en perspectiva, es algo que claramente te afecta. En mi caso no creo que haya sido algo demasiado problemático porque en realidad me lo acababa de creer, era como leer sobre la historia de otro. Pero no es algo que crea que se pueda hacer tan a la ligera, en ninguna circunstancia. Si quieres cargarte la carrera de un corredor, dile que va a ganar el Tour de Francia cuando tiene 18 años. Es la manera perfecta de destruir su carrera.

Algo parecido pasa ahora con Adrien Costa, que tiene solamente 19 años y unas expectativas sobre él…

Estoy convencido que tiene una personalidad muy diferente a la que yo tenía, por cómo le veo actuar. Pero sí, ese es el punto. ¿Qué puede hacer ahora Costa en los próximos 3 años que no sea, en el mejor de los casos, solamente cumplir las máximas expectativas? Lo más probable es que todo lo que haga le vaya a la contra. O se saltará etapas en su desarrollo o, si no, cualquier cosa puede parecer una decepción. Es un nivel de hype al que no se debería someter a nadie. A todo el mundo le gusta hablar de futuros ganadores de Tour, pero no es real.

(El pasado día 17 de junio, Adrien Costa anunció que no competiría más por el resto de la temporada, descartando el Tour of Utah y el Tour del Porvenir donde había asombrado el año anterior, “para tomarse un tiempo y encontrar un equilibrio entre el deporte y el resto de mi vida”. Finalmente, el joven americano, incluso ha anunciado que renuncia a su plaza en el equipo Hagens Berman Axeon para este 2018).

La segunda grabación de Thereabouts no fue solamente con tu hermano, sino que fue un viaje de cuatro con Taylor Phinney y Cameron Wurf. El primero empezaba a recuperarse de su gran lesión, y Cam acababa de quedarse sin equipo. Entiendo que hacer el viaje os ayudó a los cuatro.

Sí, por supuesto. El tema estaba en que la primera edición significó mucho para mí a nivel personal. Creo que crecí mucho gracias a ella. Así pues, cualquier excusa era buena para reemprender otro viaje. Conocíamos a Cam y para él era un buen momento para hacerlo. Y luego conocí a Taylor muy poco antes del viaje, en Boulder. Apenas nos conocíamos. Empezamos a salir juntos y a conocernos en Boulder y acabamos viendo que hacer este viaje le podría ayudar en su proceso, que en aquel momento era el de saber valorar bien lo que quería en su vida. Vimos nuestros puntos en común. Entonces, nos gustó la idea de que volver a hacer el Thereabouts sirviera para explicar sus dos historias, algo que lo haría interesante de ver después de un primero en que la historia mía y de mi hermano estaban muy presente.

Con Taylor, sin ser lo mismo, os podéis haber visto reflejados en el caso de jóvenes promesas que luchan por sentirse más que unas máquinas de lograr resultados.

Para mí, y puedo equivocarme diciendo esto, creo que con Taylor llegó un punto en que la lesión se convirtió en algo positivo para él. Ha conseguido disfrutar mucho más de las cosas que hace y de quién es él más allá de estar pensando si será capaz o no de ganar Roubaix. A mí me ha costado una temporada entera darme cuenta que esto es lo que quiero, competir en bicicleta. Y si quieres competir en ello, lo mejor es hacerlo ante los mejores. Ha sido un proceso, de ser consciente de las cosas por mi propio pie. Después de este año, he tomado una mejor idea de lo que significa la competición y lo que puedo sacar de ello. Por lo pronto, siento que soy adulto. Estoy disfrutando de las carreras.

Y el último viaje que habéis hecho fue en Colombia. ¿Cómo fue y cómo os lo planteáis de ahora en adelante?

Colombia fue alucinante. Una locura. La gente era increíble, las rutas brutales… Todo fue bonito. Realmente se me hizo algo pesado todo el proceso de hacer la película, porque sentía que me hubiera gustado hacer el mismo viaje sin tener que grabar nada. Ahora, sin embargo, lo veo y entiendo que es bonito de ver, no solamente por mí sino por la gente que lo ve. Hablamos de sacar un documental cada año, pero no creo que lo sigamos haciendo así, por lo menos si llega a pervertir la motivación inicial sobre el por qué estábamos haciendo esto y lo empezamos a vivir como un trabajo. Ahora, me gustaría hacer uno en África. El tiempo que hemos pasado allí con el equipo, colaborando con Qhubeka, ha sido mágico, y me gustaría volver y seguir descubriendo el continente. Ahora estamos en un punto en que tenemos muchas recomendaciones, nos escriben diciendo: “tienes que venir en Japón, hay esta ruta, tal”, lo mismo en Costa Rica, Patagonia, donde sea… Ojalá tengamos oportunidad de hacer muchos más. Si pudiera dar la vuelta al mundo con este proyecto, sería fantástico.

Buscando los límites del periodismo low-cost (siempre se puede dar el extra)

10 febrero, 2017

En esta dura batalla que es convencer a mi madre de que estoy poniendo horas e interés en tener un oficio (o en el proceso de darme cuenta que ya hace demasiado tiempo que lo tengo y es demasiado miserable para seguir insistiendo), la semana pasada pasé cuatro días en Valencia ciudad, Canals, Riba-roja del Túria y Paterna, buscando la piedra filosofal de la estabilidad económica del periodista free-lance, modalidad low-cost, mayormente persiguiendo la que llaman la Volta a la Comunitat Valenciana -ay…-. Por cierto disfruté mucho el Camp del Túria a pesar de que la costa valenciana me pareció escandalosamente fea cuando estuvimos  allí con la Vuelta. Quizá lo que no me guste en el fondo es el verano.

Total, después de recibir una llamada teóricamente optimista -y así lo recibí: ¡gracias!- del responsable de un medio por el que trabajo con frases como “si te tuviera que recomendar seguir en ésto, no te lo recomendaría”, fui, trabajé lo que pude, hice cuentas, y aprovechando que las hice y no he perdido el papel en cuestión, como suele ser habitual, lo comparto en un ejercicio de transparencia extrema.

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Gastos:
-53,15€ para ir y volver de Barcelona a Valencia en Euromed (cogido con mucha antelación, si no se multiplica el precio ).
-38€ para pasar tres noches en una habitación de Airbnb de 11m cuadrados de una mezzosoprano de ópera que se saca algún sobresueldo mientras espera que su mánager le llame para citarle en una audición en Florencia a primera hora del día siguiente (y, de pas, gastarse tres cifras en un vuelo sólo de ida, claro. Cada cual tiene sus miserias).
-11,60€ en Cercanías para ir y volver de Valencia a Canals.
-11,50€ para ir y volver en metro de Valencia a Riba-roja i de Valencia a Paterna.
-3,70€ per un un bocata y una agua en el típico bar de metro.
-7€ aproximados en variedades en el paki de al lado del piso.
-5,50€ en un supermercado por uns panecillos, croissants de chocolate, algo de embutido y una ración de pasta precocinada.
-1,50€ en el bus para ir a la playa (per volver andé 6 kilómetros para hacer algo de deporte entre tanta guarrada precuinada).
-8€ en la entrada del espectáculo “Trascendencia y delirio en nuestra última revolución liberal”.
-4€ per dos A.K. Damm mientras veía el espectáculo
-10€ per un libro de poemas de Héctor Arnau
-8€ per un plato combinado, una agua y un café (un regalito de último día).
-4,50€ por un bocata mientras esperaba el tren en Joaquín Sorolla.
-Y debo contar que un amigo me invitó demasiado generosamente a una orchata y una cena

En total, suman 166,45€.

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Ingresos seguros:
-85€ netos aproximadamente por las horas de redacción en un digital especializado.

Otras proyecciones de ingresos:
-60€ netos aproximados por cada reportaje en un periódico catalán generalista sobre:
a) el tema este que, en el podio, tuvieron la brillante de contratar a dos Mister Valencia además de las dos modelos habituales, porque se ve que desde la Diputación están muy a tope con el tema de la paridad.
o b) explicando las peripecias de cierto individuo con bigote de Dalí, que ahora se gana la vida en el ciclismo japonés después de años de correr tirando casi únicamente de los premios en carreras de Irán, Singapur, Indonesia y demás (cada cual tiene sus miserias, de nuevo

Esto suma un total de 145€ o 205€, según el optimismo y el espacio disponible en el periódico.

No tiene precio:
-Intentar tener una conversación con Kjell Carlström sobre por qué ha ido al equipo Israel por el que Sagan dio la cara -ay, ay, ay…- y si sabe de verdad quién hay detrás de él y ver de fondo a dos locales y un Guardia Civil, walkie en mano, rodeando la mochila que había dejado en una pared para no dar el cante dando entrevistas -los hay que fuimos sin vehículo de asistencia-. Lo mismo se esperaban ver un terrorista de verdad, pero al ver un desalmado con acreditación ni siquiera quisieron preguntar por qué tenía la mochila tirada.

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En resumen, todo apunta a que la historia puede salir unos 20€ deficitaria (o con un beneficio de unos 40€, que en realidad no da ni para pagarme el porcentaje de vida que cuesta ambicionar pasarme el lunes de vuelta durmiendo).

Sólo queda pensar que tener pérdidas tampoco debe de estar tan mal, teniendo en cuenta que también las tiene el Banc Sabadell y bien que ha podido pagar gran parte del follón de la carrera.Y seguir mandando y programando muchos tuits, que a lo mejor, logrando ser community manager de ocho o cincuenta historias a la vez, logramos cambiar el mundo (o por lo menos pagarnos un alquiler compartido).

¡Ah! Por cierto, si alguien quiere leer cosas que han salido de éstos días, las voy enlazando en cuanto se publiquen…

Wiggins y los buses de equipo

3 enero, 2017

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Foto: Sadhbh O’Shea/Flickr

El otro día, estaba releyendo entrevistas antiguas a Bradley Wiggins para hacer un perfil suyo para Zikloland, ante el anuncio de su retirada. El Sir siempre me ha interesado, incluso se puede decir que me ha atrapado su figura, y no es ningún secreto si se me registran historiales de tuits o mismamente cosas que he escrito en este blog y medios en los que he trabajado.

Me he quedado con las ganas de entrevistar en carrera a Wiggins. Casi lo conseguimos en VOLATA para el número 4 de la revista (la de las dos posibles portadas con la cara del británico), pero nos quedamos con las ganas cuando su agente casi da el sí. La contra, hay que decirlo, fue buena, y es que se publicó un extenso retrato sobre su figura que para mí sigue siendo el mejor, más completo, exhaustivo y con más fuentes cercanas que he leído sobre él, y que os recomiendo muy fuertemente leer. Aquel número ya está agotado en papel, pero os podéis descargar aquel número especial sobre Londres en la app de la revista para iPhone y Android.

La cuestión es que, leyendo una retrospectiva de su carrera en primera persona en Cyclingnews, se puede ver una especie de obsesión de Wiggins para contar detalles de los buses de equipo por los equipos donde ha pasado. Sea porque aquellos buses eran realmente peculiares o porque se acostumbró demasiado al lujo en Sky, gracias a su testimonio podemos saber algunas buenas curiosidades:

  • Cuando corrió en High Road en 2008, obviamente heredaron los buses del T-Mobile… que, al parecer, seguían siendo los de la época del Telekom, ¡y no tenían duchas porque Jan Ullrich no las quería! «A Ullrich no le gustaba tener duchas en el bus por si podía enfermarse tras la etapa. Todavía recuerdo aquel bus. Detrás había los asientos, a la izquierda un baño y a la derecha una pequeña sala con una puerta y un convertible de dos asientos que se podía cerrar. Parecía obvio que era la sala donde guardaban las bolsas de sangre o el EPO en T-Mobile«, dice Wiggins.
  • Y al año siguiente, corrió en el Garmin-Slipstream, que iba a las carreras con un viejo bus que había usado la ONCE. «Lo llamaban ‘la barcaza de fiesta’, pues estaba limitada a las 60 millas por hora (unos 96km/h), y eso significaba que allí donde fuéramos tardábamos siempre una hora más que el resto, por lo que la nevera siempre estaba llena de cerveza. Todavía había logos de la ONCE en los reposacabezas y todo«, rememora el Sir, que no tiene ninguna anécdota por el ejército de vehículos del imperio Sky…

 

 

Mi primer doblete Volta-Itzulia

11 May, 2016

Dicen los expertos en eso del márketing que no es bueno publicar sobre cosas que ya han pasado, porque das la sensación de que no haces nada. Pues yo voy a hacerlo, porque es la verdad: en el último mes no he hecho apenas nada emocionante en cuanto a este, mi trabajito en el ciclismo se refiere. En casa, cerrando huecos para VOLATA en el cierre del que ya es el séptimo número de la revista -¡qué orgullo!-, cumpliendo turnos en Biciciclismo.com y pensando qué hacer y cómo sobrevivir en este mundo loco de impagos y prisas sobrevenidas. Como dice mi abuela, «qué vida ésta más achuchá».

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Durante la Semana Santa estuve por tercer año consecutivo en el equipo de la Volta a Catalunya, cambiando un poco los papeles respecto a los otros dos años. De nuevo estuve escribiendo en la página web, esta vez junto a Pau y Marc,  y esta vez no realicé las flash-interview para televisión que la temporada pasada me regalaron alguno de los tuits que más gracia que han hecho desde que estoy en este mundillo. A cambio, estuve currando más en labores de comunicación y producción varias -ay, los vídeos para Turismo…- y sobretodo ayudando en la información del directo tanto para los canales oficiales de la carrera como de la televisión desde un sitio privilegiado: el coche del presidente del jurado UCI, ofreciéndome una experiencia fantástica durante la semana que duró la carrera.

Cada año que pasa voy conociendo más los entresijos de una carrera como la Volta, la gente que la sustenta voluntariamente, muchos de ellos profesionales que renuncian a remunerar su trabajo esa semana, y el milagro que es que funcione un monstruo tan difícil de gestionar como una carrera WorldTour. Este año compartí habitación toda la semana con Carles, el entregado speaker que abre la carrera en coche, y pasé mis horas durante la carrera compartiendo vehículo con Raul, un radio vuelta profesional como la copa de un pino y que me dio más de un buen consejo para no acabar chalado en aquel coche y la carrera en general, Jordi, un crack de conductor de Calldetenes que cada día nos preparaba con mucho cariño seis tuppers de fruta cortada para que Raul, yo y Celeste, el árbitro de la UCI, un geólogo italiano apasionado de los recorridos con quien tuvimos interesantísimas conversaciones, pudiéramos comer fácilmente mientras trabajábamos. Era el primer año que un listillo de comunicación se metía en su coche, y a pesar de la estrechez que provoqué, me trataron de maravilla.

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Desde aquel coche, el primero que viaja en carrera justo detrás del pelotón, pude ver una realidad del pelotón invisible para la televisión, más allá de las veces que mea cada corredor. Una realidad con historias como la de Omar Fraile, el vizcaíno que debutaba en el WorldTour con Dimension Data pero que llegó enfermo, tras varias noches sin apenas poder dormir. Era casi impactante verle quedarse en cada pequeño repecho, con ese gesto de agonía y el cuerpo sudado, y también bonito ver como un veterano como el austríaco Bernhard Eisel, que volvía a la competición tras una lesión, bajaba a su altura cada vez que miraba hacia atrás y le veía ceder. Se ponía a su altura, le hablaba, le daba mimos o alguna que otra ayudita agarrando el bidón, hasta que llegaba algún descanso y se reintegraban al pelotón. Fraile estuvo dos días penando y acabó por no salir en la tercera etapa.

Por su lado, Eisel estuvo hasta el último día ejerciendo de portavoz del pelotón: vino repetidas veces a hablar con el comisario durante la semana, a diferentes tonos según el nerviosismo del momento -tengo sus «this is fucking crazy!» grabados en la cabeza- bien para avisar de la peligrosidad de ciertos movimientos de las motos de policía, bien por quejarse de las motos de fotógrafos y tele… Con el tema de la seguridad se estaba especialmente sensible, y es sintomático visto con perspectiva, pues aquella semana terminó con el accidente mortal de Antoine Demoitié en la Gante-Wevelgem. Eso sí, no sería justo dejar de apuntar una cosa: los corredores tampoco ponían absolutamente nada de su parte para dejar pasar a las motos de policía que debían avanzar el pelotón para ir cortando el tráfico. Se llegó al extremo de que un día se avisó por radio vuelta que pasaría una ambulancia de fuera de carrera por una emergencia, ya que no tenía recorrido alternativo, y acabó por tampoco poder pasar a pesar de estar cinco minutos a cola de pelotón con la sirena a sonida atronador. Incluso Celeste lanzó un comunicado pidiendo más colaboración a media carrera porque la situación era complicada. Después, claro, entraron un par de coches a la ruta con la carrera lanzada…

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Fue una semana preciosa, como siempre, en una carrera que, a pesar de tener en los últimos años un guion muy claro que no deja mucha sorpresa al espectador, siempre permite unas últimas etapas con su punto de emoción (nunca había visto tanta batalla durante tanto tiempo como en la etapa de Valls, y mira que era casi toda bajada). Además, se nota que a los corredores les gusta, y si no no se repetiría este nivel escandaloso de participación año tras año. Eso sí, los nervios que pasé en algunos momentos me dejaron con ganas de vivir más competición de una manera diferente, y más tras tragarme la semana de vacaciones en pleno meollo. Y así que me fui a mi primera Itzulia: sólo mi mochila, mi tienda de campaña y yo.

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El primer día, nada más llegar mi tren a Bilbao, me fui directo a Luiaondo. Mi jefe Unai acababa de ser padre y tenía ganas de conocer a sus mellizos, pero aquel lunes todavía estaban en el hospital, así que acampé detrás de la ermita de Santo Domingo esperando que nadie me viera y que el tiempo mejorara. Mi plan para el día siguiente era ir caminando hacia Garrastatxu, que me quedaba a una distancia razonable, para ver allí la subida final como un hooligan como hacía años que no hacía. Sin embargo, la lluvia y la pereza pudieron conmigo. Caminé un tramo de vía verde hasta Llodio, a recordar esquinitas de calle de alguna noche perdida hace dos veranos, y luego subí a Bilbao en Cercanías, a descansar en un albergue y preparar las entrevistas para VOLATA que debía hacer a la salida del día siguiente en Gasteiz.

Para allí que me fui en bus la mañana siguiente, donde concí a Javier y a su hermano, que hicieron algunas fotografías para el especial que estamos preparando para el octavo número de la revista. Por si acaso me trataban de loco, escondí la mochila para ir a recoger mi acreditación y para hacer las entrevistas, y cuando la caravana se marchó me quedé visitando la ciudad, que realmente me sorprendió, y eso que suelo ser bastante escéptico en cuanto a turismo se refiere. Cuando mi paciencia, ayudada por el peso de mi mochila en la espalda, dijo basta, tomé la combinación de bus rumbo Donosti para ir a pasar lo que quedaba de semana en casa de una buena amiga con la que tenía muchas ganas de reencontrarme. De hecho, el jueves teníamos planeado ir a Aia a hacer el verdadero hooligan, armados con una guitarra y nuestras ganas de dar la nota, y llegamos a coger el tren hasta Orio… pero con el tiempo que perdimos en ir al supermercado perdimos el bus, así que allí nos quedamos, deconstruyendo nuestra existencia en un banco frente a las barquitas de la ría, ajenos al final de etapa.

Las entrevistas que me quedaban por hacer las intenté completar en la salida del mismo Orio al día siguiente, cosa que no logré por culpa de aquella lluvia intermitente tan euskaldun con la que llegué a familiarizarme y que refugió a los protagonistas en sus entonces envidiados buses justo en el tiempo de la salida. Ellos arrancaron la carrera y yo me volví a Donosti a terminar de disfrutar una semana que sabía que no había solucionado mi vida profesional, pero que tengo la certeza que tampoco se habría solucionado mandando tuits desganados desde mi casa.

Hemen da, bigarren itzal bat bezain leial.
Hemen da: indiferentzia, garaile isila.

Las múltiples campañas de Kathryn Bertine

21 noviembre, 2015

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Bertine (d), el día en que se proclamó campeona del Caribe en 2014 (Federación Caribeña de Ciclismo)

El mundo del periodismo free-lance es muy divertido: a veces te piden y acabas haciendo entrevistas insulsas, y en otras ocasiones te sacas entrevistas que te parecen cojonudas y no las acabas pudiendo vender en ningún sitio. Como ésta que hice a Kathryn Bertine (nacida en Nueva York el 11 de mayo de 1975) al acabar la prueba en ruta del mundial de Ponferrada 2014. Estaba en una furgoneta, sola con su madre, puesto que corría como la única integrante de la selección de caribeña de Saint Kitty & Nevis. Según ella explica ella misma, se nacionalizó porque trata de “concienciar sobre países pequeños que no están aquí. Hay que trabajar tan duro como podamos para hacer crecer el ciclismo de una forma internacional. Lo importante es mostrar que no es sólo Europa y Estados Unidos”. Aquel año corría por el Wiggle-Honda británico y este año ha vuelto al calendario americano. Su interesante historia mezcla la comunicación y la reivindicación del papel de los países pequeños y las mujeres en el deporte. Realmente ha sido la entrevista más agradable que he hecho en una carrera ciclista. Tiene un libro, “The Road Less Taken”, y una película, “Half The Road”, por si queréis saber más de ella. Aquí va lo que hablamos aquel 27 de septiembre de 2014 y que publico finalmente aquí para no perderlo.

  • ¿Cuál fue tu primera relación con el deporte?

Crecí como patinadora. Y después, con 20 años, empecé a hacer triatlones, y allí en lo que era más fuerte era en la bicicleta… así que así nació la historia.

  • ¿Entonces aspirabas a convertirte en deportista profesional?

Cuando empecé en el triatlón debía tener 23, 24 años. Me di cuenta que era buena y empecé a plantearme convertirme en profesional, pero no lo fui hasta los 30. Estuve tres años corriendo triatlones de forma profesional, hasta que me metí en el ciclismo. Piensa que yo soy mayor (ríe) Ahora tengo 39 años y logré mi primer contrato profesional en ciclismo a los 36. Pero también es importante mostrar que, aún siendo mayores, tenemos un rol importante a jugar en los equipos y, fisiológicamente, las mujeres somos más fuertes con 30-y-muchos años, incluso con 40-y-algo. Hay varios ejemplos de eso.

  • Cuéntanos tu relación con los medios de comunicación, tu paso por ESPN…

Bueno, es que el periodismo es mi trabajo fuera del ciclismo, porque ya se sabe que la mayoría de las mujeres tiene que trabajar más allá del deporte [para poder ganarse la vida]. Recibí un encargo periodístico en 2006 que consistía en intentar llegar a los Juegos Olímpicos de 2008, y así descubrir cómo es de difícil en la era moderna llegar a los Juegos. Mucha gente no lo sabe, y lo mismo piensa: “oh, simplemente puedes ir”, pero la idea era contar yo misma el proceso en primera persona. Lo hice a través del ciclismo porque era donde más fuerte era de mis tres disciplinas en el triatlón, y así pude ver cómo es el proceso de clasificación en el ciclismo. Y me di cuenta que tiene cosas buenas pero también reglas viejas y caducas, que me hicieron pensar en el deporte en global.

Bueno, la cuestión es que no llegué a los Juegos (ríe). Lo probé y quedé cerca, pero después de esto me enamoré del ciclismo, no quería acabar la historia aunque acabara mi trabajo periodístico. Aquí fue cuando me dije: “vale, seguramente no ganaré el mundial pero lo mismo puedo hacer algo por este deporte, dejar alguna marca, mejorarlo o educar a gente en él”. Esta fue justamente la idea detrás del documental que hicimos, “Half the road”: básicamente exponer el trabajo oculto del ciclismo.

  • Estarías de acuerdo, entonces, en que la comunicación es la clave para el desarrollo del ciclismo femenino.

Sí, sí, sí… mira… por ejemplo, hoy [el día de la carrera del mundial femenino en ruta, ganado por Pauline Férrand-Prévot]. Hoy es un ejemplo perfecto. Salen 144 enormes ciclistas de todo el mundo, y evidentemente la fuga definitiva se limita a unas 12, 15 ciclistas. Eso es fantástico. Y es lo mismo que en la prueba masculina: no se terminan las carreras con el pelotón entero junto, se hace una selección. Lo digo porque muchas veces oigo esto de “es que el pelotón femenino no está lo suficientemente preparado”… lo cual no es para nada cierto. Hoy hemos visto una carrera que seguirá la misma pauta que la de los hombres. Sí, tenemos unas 15 ciclistas superiores pero hay un pelotón entero detrás ayudándolas para llegar a ese punto. La idea es que la película ayude a darse cuenta de cosas así.

  • ¿Cómo conseguiste la nacionalización en Saint Kitty&Nevis?

Tengo doble nacionalidad. La recibí como un retorno a cambio de ayudarles a crear una federación nacional de ciclismo en su país.

  • ¿Cómo nació la idea de la campaña Le Tour Entier (El Tour entero)?

Cuando estaba haciendo la película hablé con un montón de las ciclistas que te decía antes. Y normalmente las ves en las carreras: “hey, Marianne!”, pero no puedes hablar en profundidad con ellas porque tienen prisa o algo (ríe). Pero cuando empecé a entrevistarlas me di cuenta que había muchas ciclistas que, como yo, pensaban que debemos tener un Tour de Francia para mujeres, conseguir esa igualdad, tener las mismas oportunidades de correr. Está bien tener carreras iguales en los mundiales, pero no pasa en demasiadas otras carreras. Así que cuando vi que no estaba sola con ese pensamiento fue cuando le pregunté a Emma [Johansson], a Marianne [Vos] y a Chrissie Wellington, una amiga que guardo del mundo del triatlón, qué les parecería poner nuestros nombres juntos para poder hacer una declaración clara y fuerte. “Queremos un Tour para mujeres pero también queremos cambiar el deporte en la medida que podamos y tengamos oportunidad”.

Y para ello que había que crear un buen grupo de personas. Quiero decir, que soy la campeona caribeña pero medio mundo no sabe dónde está el Caribe (ríe). Pero también quiero que sirva para demostrar que no hace falta ser campeona del mundo para crear cambios. Cualquier persona puede promover cambios… pero evidentemente ayuda mucho conocer a algunas campeonas del mundo (ríe). Pero queríamos hacerlo bien, no juntarnos con ASO o quien fuera y decirles “tú, ¡tienes que cambiar el deporte!”, sino decirles “queremos ayudaros a mejorar el deporte”. Y creo que esa es la diferencia y la razón por la cual estamos triunfando.

  • ¿Hasta dónde habéis llegado?

El año pasado, por estas fechas, tuvimos como una reunión secreta con ASO para hablar sobre la propuesta de crear un Tour de Francia para mujeres, y estuvimos muy muy satisfechas de tener este día este año [la carrera, llamada La Course by Le Tour de France, se celebró en en París el día que acababa el Tour masculina, con victoria de Marianne Vos]. Lo entendemos como una puerta que se abre. Por supuesto queremos tres semanas, y creemos que podemos llegar allí, pero hay que empezar en algún punto, y ASO nos dio esta oportunidad. Prefiero tener un día en 2014 que tener que esperar diez años o más quizá para tenerlo entero. Y no queremos el “quizá”, queremos cosas pasando ya. Ahora parece que este día sigue, y estaremos empujando, haciéndoles entender que queremos más días.

  • Más de uno, por lo menos…

Sí, más de uno (ríe). Creo que todo el mundo lo siente así, pero cambiar mentes trae tiempo.

  • La idea del documental que has dirigido, “Half the road”, ¿de dónde nació?

Porque seguí corriendo, y seguía con la idea de ir a los Juegos Olímpicos. Y seguí viendo que las mujeres estábamos en un segundo escalón detrás de los hombres. Y me preguntaba por qué países pequeños como el mío tienen tan difícil… me refiero, yo no puedo ir directamente a una carrera UCI, debo tener un equipo. Hay normas que ponen muy difícil correr a gente de países que lo mismo tienen dos o tres ciclistas. Y a mí no me gusta la injusticia. Y hay normas antiguas e injustas que lo mismo la UCI ni sabe que existen, pero están. Y me dije: “aquí hay muchas cosas que no van bien, alguien debería hacer un documental… lo mismo podría probarlo yo (ríe)”.

  • ¿Y tuviste dificultades en cuanto a la financiación y todo esto?

Fue difícil pero muy gratificante. Hicimos como un crowdfunding, y me preguntaba si al mundo le interesaría esto, si participaría… y tuvimos donaciones que 15 países diferentes. De vez en cuando recibíamos donaciones grandes, pero la mayoría de veces eran sumas de contribuciones de 20, 25 dólares… vi que la gente quería verlo, que les importaba el ciclismo femenino. Fue realmente estimulante, me dio mucho júbilo… Llegamos a cerrar el presupuesto, con 77.000 dólares en donaciones, sumando luego los pequeños anunciantes… lo hemos conseguido. Pero fue como trabajar a horario completo en ello.

  • Para acabar, una reflexión. Digamos que hay varias maneras de dar exposición al ciclismo femenino. Hay cosas como las que haces tú y luego hay casos como los de Marion Rousse, que sale mucho en los medios pero desde otra perspectiva: por ser la novia de un ciclista masculino, que es una chica del podio en el Tour de Francia… no sé si desde tu punto de vista esto te frustra.

Creo que entiendo lo que dices, pero no sé a quién te refieres.

  • ¿Rousse? Corre para el Lotto-Belisol, es pareja de Tony Gallopin, es rubia, sale por la tele…

Ah, pues no la he visto nunca. Pero bueno, supongo que te refieres al hecho de que los medios hacen más caso a las guapas…

  • Y que lo mismo eso le quita valor a tu trabajo.

Bueno, hay mucha lucha que hacer todavía contra los estereotipos en el deporte. Y en el caso femenino se agranda mucho más. Si tienes ese “gen para los medios”: si eres guapa y además ganas algo, oh, a la prensa le encanta esto. Es duro porque deberíamos ser vistas como atletas, sin importar lo demás.

Pero al final… yo creo que lo que le gusta al mundo son las personalidades. Es importante que mostremos que en el ciclismo femenino hay muchas personalidades, y si lo conseguimos será nuestra mayor victoria. Es lo que quería mostrar en el documental: aquí tenemos grandes personajes, inteligentes, atractivas… pero sobretodo gente divertida que dice cosas interesantes. Y eso es genial. Ojalá sea eso lo que haga crecer el deporte.

El diamante pulido de ‘Bling’ Matthews

23 octubre, 2015

Michael Matthews en Valkenburg 2012 (Maarten van Maanen)

Vestido con la selección australiana para el mundial de 2012 (Maarten van Maanen)

Artículo publicado en Biciciclismo.com el 22/IV/2015

Para Michael Matthews (Canberra, 26 de septiembre de 1990), todo fue siempre muy rápido y bien. Demasiado bien. Con 19 años, ya había firmado un contrato de dos años con un equipo WorldTour. Llevaba sólo cuatro años compitiendo en bicicleta. Tres semanas después, se proclamó campeón del mundo sub23 ante la que está demostrando ser una de las generaciones más talentosas que ha dado el ciclismo últimamente.

Y pasó a profesionales, y ganó en su primera carrera. Y llegó la presión. “Básicamente, iba a cada carrera diciéndome desde el equipo que debía ganar. Esto mentalmente se hace duro al cabo de un tiempo. Lo mismo mis piernas estaban preparadas, pero mi cabeza era otra historia”, explicó con perspectiva a tras un cambio de aires.

Porque Matthews ha sido siempre un talento de los que brillan con luz propia. Y la expresión no es baladí: desde juveniles, el australiano ha sido apodado «Bling» (en inglés, una manera de llamar a las joyas ostentosas). “Me lo empezó a decir el padre de un buen amigo de Canberra. Es que cuando empecé en el ciclismo iba lleno de cadenas y brazaletes… cualquier tipo de joyería que te puedas imaginar la llevaba puesta”, recordaba en una entrevista. Todavía conserva el gusto por los complementos: suele llevar pendientes en ambas orejas, un piercing en una ceja y tiene tatuado un enorme ángel en la espalda, presidido su fecha de nacimiento.

Un sprinter, top10 en el Tour del Porvenir

Un gran amante de la velocidad, que empezó compitiendo en motos durante 10 años, rápidamente fue acogido en el programa de formación de Cycling Australia cuando se centró en los pedales, donde siempre tuvo una gran relación con el director Shayne Bannan, actual mánager de su equipo, Orica-GreenEdge. A diferencia de la mayoría de su generación (Cameron Meyer, Luke Durbridge, Jack Bobridge), Matthews no se centró tanto en la pista como en la carretera, donde desde jovencísimo empezó a cosechar buenos resultados en el calendario internacional de carretera con el equipo continental Jayco-AIS.

Tras un primer 2009 de adaptación en la categoría sub23 sin victorias (solamente un Sacha Modolo tres años mayor que él le apartó del triunfo en el GP della Liberazione), pero con un gran calendario y solidez, su temporada 2010 fue un escándalo para un ciclista de tan sólo 19 años. Teóricamente un hombre rápido, coleccionaba top10 en la general allí donde corría gracias a sus notables cronos y un talento para la escalada asombroso para su cuerpo. Y, por supuesto, también llegaron las victorias al sprint, la mayoría de ellas ante profesionales (una etapa en el Tour de Wellington, dos en Langkawi y GP Ringerike y victoria en el prólogo del Tour de Japón).

En los escenarios clave del calendario sub23 internacional aparecía para dejar destellos de su talento: segundo en el Tour de Flandes tras Jan Tratnik, siendo el más rápido del grupo perseguidor, y en un Tour del Porvenir muy caro en la caza de etapas (John Degenkolb, Taylor Phinney…) no logró un triunfo que rozó, pero asustó con su escandaloso estado de forma de cara al mundial: acabó octavo en la general final, a 4’10” de Nairo Quintana, gracias a sendos sextos puestas en las dos llegadas en alto a Risoul, en línea y cronoescalada. Fue durante ese Porvenir en el que firmó su contrato para ser profesional al año siguiente con Rabobank.

Al cabo de tres semanas, se cumplieron los temores que despertó entre sus rivales por Francia y llegó el colofón: corriendo en casa, en Geelong, se llevó el mundial sub23 en un sprint insultante donde remonta a su gran rival en la categoría a pesar de ser casi dos años mayor, John Degenkolb, con quien siempre ha tenido un perfil parecido, sacándole más de una bicicleta de distancia en los últimos 100 metros.

La primera, en la frente

«Bling» venía a comerse el mundo, y no quiso hacerse esperar. Ya empezó a ganar en las Jayco Bay Classics, unos critériums previos a los campeonatos de Australia, y en su debut en el WorldTour impresionó llevándose la tercera etapa, acabada en el repecho de Stirling. Ya se había hecho con un respeto en el equipo y en el pelotón profesional. “Estaba muy bien de forma en aquel Tour Down Under. Seguramente demasiado bien, y me costó mantenerla el resto del año”, recordaba al empezar el año siguiente.

Sin embargo, logró dos triunfos más, con una etapa en la Vuelta a Murcia y la Vuelta a Colonia, y solamente un imparable Peter Sagan le apartó de una segunda victoria WorldTour en Polonia. El 2012 se presentaba como el de su consolidación, pero las cosas no fueron tan bien como se esperaba. Mucha presión para sus 21 años y novedades como el fichaje de Mark Renshaw en el equipo no le pusieron las cosas fáciles, y sus dos victorias (Clásica de Almería y una etapa en el Tour de Utah) supieron a poco. A pesar del interés en renovar de Rabobank, estaba cantado: Matthews fichó por el recién creado Orica-GreenEdge, australiano y con Bannan a la dirección.

A pesar de todo, su confianza en sí mismo, propia de un joven precoz, seguía intacta, y la alucinante explosión de Sagan, un ciclista de su quinta, le alimentaba aún más su hambre: “Estoy cerca de él en la mayoría de carreras, por lo que ver cómo ganaba tres etapas en el Tour de Francia mientras yo lo miraba desde la tele fue duro”, contó a final de temporada a Canberra Times. “Sagan es un gran talento, pero creo que yo soy parecido a él: los dos esprintamos muy bien y los dos subimos bastante bien también. Creo que habrá una bonita batalla entre ambos en el futuro”, auguraba.

“Lo que no te mata, te hace más fuerte”

Sin embargo, los resultados en Orica no llegaron tan rápido ni todo fue encantador para Matthews: no le seleccionaron ni para el Tour Down Under ni para el Tour de Francia, donde él quería ir. Pero formaba parte de un programa que tenía en mente Neil Stephens para pulir a su diamante, a quien tuvo que convencer para empezar el año corriendo las clásicas de las Ardenas y el Giro de Italia trabajando para Matthew Goss, para así formarle mejor antes de darle responsabilidades. “Si no me mata, por lo menos me hará más fuerte”, decía resignado.

En Rabobank se estancó un poco, y creo que él mismo lo reconoce. Por eso ahora lo que estamos haciendo no es prepararle para el Giro, sino prepararle para la vida. Está mejorando como ciclista, como persona y como compañero de equipo”, relataba Stephens. En efecto, se pasó la mitad de la temporada 2013 sufriendo, y a pesar de no hacer finalmente el Giro, le llegaron las oportunidades a final de año. Y no las desaprovechó: se llevó dos triunfos en el Tour de Utah y debutó en una gran vuelta en la Vuelta a España, donde alzó otras dos veces los brazos. Se había ganado el liderazgo del equipo a pulso.

Así llegó el 2014, con solamente 23 años pero una madurez probada por sus altibajos. El nivel de sus cuatro triunfos a pesar de sus infortunios así lo demuestran: empezó ganando en la Vuelta a La Rioja, luego volvió a ganar en el WorldTour con un parcial en una Vuelta al País Vasco que le encanta e impresionó, esta vez sí, en el Giro de Italia, vistiendo de líder seis líder y ganando una durísima etapa en Montecassino vestido con la maglia rosa que marcaba como ningún otro triunfo su perfil de ciclista: aguantando subiendo en un grupo selecto y rematando en la llegada. Una caída le obligó a abandonar tras la primera jornada de descanso, y otra caída entrenando a una semana del Tour de Francia le apartó de su sueño de debutar en la Grande Boucle. El punto positivo de su mala suerte fue que forzó su retorno a la Vuelta a España, donde no sólo ganó otra etapa, sino que también vistió de líder.

Escuchando a Freire

Dada esta proyección, no es de extrañar su espectacular inicio de campaña de 2015, que ya comenzó con un programa especial centrado en las clásicas: no corrió en Australia sino que entrenó en Europa y dos semanas en una concentración del equipo en Sudáfrica, centrándose en la mejora en un punto en el que ya ha destacado siempre respecto al resto de velocistas: las subidas. Y se han podido ver los resultados, más allá de sus victorias de etapa en París-Niza y Vuelta al País Vasco: tercero en la Milán-San Remo con una sensación de poderío tremenda en el Poggio, segundo en la Flecha Brabanzona por segundo año consecutivo y tercero en la Amstel Gold Race, tras ser el único capaz de responder al cambio de ritmo de Philippe Gilbert en el Cauberg.

Con 24 años, no hay comparación con otro ciclista que le valga. Bien podría situársele en el relevo de Óscar Freire, con quien compartió equipo en su primer año en Rabobank y con quien mantiene relación para pedirle consejos de cara a las clásicas, pero la polivalencia de «Bling» le otorga una ausencia de límites que puede llevarle a cualquier meta una vez pulido.

Férrand-Prevot, la triple estrella

23 octubre, 2015

Pauline MTB World Cup 2014 Albstadt (youkeys, Flickr)

Camino de la victoria en la prueba de Copa del Mundo BTT 2014 en Albstadt (youkeys/Flickr)

Artículo publicado en Biciciclismo.com el 9/IX/2015

La consecución de un nuevo título de campeona del mundo de moutain bike no suele ser de los hitos más reconocidos en el mundo del ciclismo, ni siquiera en el mismo día en que sucede, pero lo que pasó en Vallnord el pasado sábado fue una excepción. Aquel día, Pauline Ferrand-Prévot (Reims, 10 de febrero de 1992) se convertía en la primera ciclista en la historia con tres títulos mundiales en vigencia en tres disciplinas distintas: fondo en ruta, ciclocross y bicicleta de montaña.

Para la francesa, el ciclismo es una “cosa de familia”. Hija de dos ciclistas amateurs, empezó a rodar en carretera hacia los 5 años, y en BTT, a los 8.  “Aunque mi madre al principio me decía que no lo hiciera, que no era un deporte para chicas”, explicaba hace un año en una entrevista a Libération. Ella le apuntó a patinaje artístico, pero a Pauline no le gustaba “que se decidiera el resultado por un jurado.

Lo suyo era ganar y demostrarlo. Y pronto lo empezó a hacer incluso contra los chicos. Pero, como suele ser habitual en el deporte femenino, a pesar de su brillantez y precocidad demostradas desde sus inicios (como júnior, en su primer año, 2009, se proclama subcampeona mundial tanto en ruta como en crono, y a la temporada siguiente logra el arcoíris en ruta y ciclocross) tuvo importantes problemas económicos para llegar a la estabilidad que le pudiera hacerse considerar ciclista profesional.

Rabobank y el sueldo de gendarme

Tenía que encontrar muchos sponsors regionales para evitar que mis padres se gastaran demasiado dinero”, explica la misma Ferrand-Prévot. Así pues, ¿cómo fue su entrada al profesionalismo? Ni más ni menos que con un correo directo de Marianne Vos, la gran dominadora del ciclismo femenino, que le explicó el proyecto que estaba preparando Rabobank, con el que debutó en 2012 tras un primer año en élites donde logró un notable séptimo puesto en la Flecha Valona con 19 años.

Sin embargo, el equipo no es su fuente de ingresos. “Rabobank no me paga el salario porque ya tenía un contrato del ministerio de Defensa como gendarme. Como deportista de alto nivel tengo una excedencia del 100%. Rabobank lo que me da son primas, proseguía la que es apodada como ‘PFP’ en la entrevista al diario francés, además de material y dietas. Por su lado, la Federación Francesa la apoya también, entre otras cosas, con el entrenamiento y un médico. Es una situación habitual en otras deportistas de élite del mundo femenino, y a ello hay que añadir los recientes contratos publicitarios de la francesa, que siempre ha tenido buena exposición pública.

La reina del barro

Lo cierto es que la carretera es lo que le da estabilidad, pero Ferrand-Prévot siempre ha sido una enamorada de las disciplinas off-road, las que sigue pudiendo practicar y con éxito, como demuestra su vigente triple corona. “Por ahora no necesito escoger entre ellas, aunque sí me implica planificar mi entrenamiento y calendario de carreras”, reconocía en 2014 a Cycling Weekly.Usaré este año para ver cómo va esta variedad de disciplinas y el entrenamiento para ver si es posible hacer las dos [ruta y BTT] en los Juegos Olímpicos de 2016”, explicaba, con Río de Janeiro en el horizonte.

Y aquel 2014, efectivamente, fue el año de su consolidación, con solamente 22 años. En carretera, su progresión fue brillante: ganadora de la Flecha Valona y de la general de la Bira (con dos etapas incluidas) y segundo en el Giro de Italia que ganó su compañera Marianne Vos. En mayo hizo un inciso para hacer dos mangas de la Copa del Mundo de BTT (las ganó ambas a pesar de empezar desde atrás de la parrilla de salida)… y todavía faltaba lo mejor.

En Ponferrada, en el campeonato del mundo de ruta, alzó los brazos batiendo a la alemana Lisa Brennauer y la sueca Emma Johansson en un sprint selecto. Además de lo relevante de su victoria, significaba la primera vez en ocho años que la legendaria Marianne Vos no subía al podio de un mundial, cosa que había hecho desde su llegada a la categoría élite. “Pero seguro que estará contenta por mí. Llevo cuatro años trabajando para ella”, recordó en rueda de prensa.

Mirando al futuro… y a la kinesoterapia

Tras una temporada casi en blanco de Vos por las lesiones, la pregunta en este 2015 es si ya se puede empezar a dar el relevo a corredoras más jóvenes, como la misma Anna Van der Breggen (25 años), compañera de ambas en el Rabo Liv y ganadora del último Giro de Italia en un año de carretera donde Ferrand-Prévot ha estado menos brillante que el pasado, también afectada por una operación de ciática.

Por ahora, su futuro inmediato se centra en intentar doblar con éxito en los Juegos Olímpicos de Río de Janeiro las disciplinas de ruta, crono y bicicleta de montaña, y luego, ya verá si sigue esta senda de deportista multidisciplinar. Aunque es consciente que es un sueño que no puede durar mucho. Para ello, empezó los estudios de kinesoterapia, a los cuales ha pedido una interrupción por su carrera deportiva y continuará, asegura “dentro de tres años”, cuando habrá que ver cuánto ha sido capaz de engrandecer su palmarés esta ya nueva estrella sin precedentes.